jueves, 28 de junio de 2018

La solución políticamente correcta

La solución políticamente correcta es solucionar el problema 
decretando que no es un problema. 

Esta frase del post anterior quedó resonando en mi cabeza y me pareció necesario dedicarle unas palabras a parte. La mejor forma de entender una idea suele ser pensar en ejemplos; en realizaciones de dicha idea. Lo primero que me vino a la mente fue el problema de la discapacidad. La discapacidad es, según la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aquella condición bajo la cual ciertas personas presentan alguna deficiencia física mental, intelectual o sensorial que a largo plazo afectan la forma de interactuar y participar plenamente en la sociedad. Evidentemente, la discapacidad es un problema para quienes la padecen. La solución es entender plenamente cuales son las limitaciones que cada discapacidad impone sobre las personas y tratar de brindarles las herramientas necesarias para que se desarrollen plenamente. La solución políticamente correcta es sugerir que "discapacidad" es una expresión discriminatoria y que debería llamarse a los discapacitados "personas con capacidades especiales".

De este ejemplo surgen dos ideas interesantes. La primera es que la corrección política siempre se escuda en la intención de combatir la discriminación. La segunda es que le gustan mucho los eufemismos. Lo cierto es que las capacidades de los discapacitados no tienen nada de especiales, son inferiores a las capacidades del resto de las personas. Decir esto suena mal, pero no es discriminar: es simplemente asumir la complejidad del problema para tratar de resolverlo de la mejor forma posible.

Pensemos en otro ejemplo. En Estados Unidos, el 12.7% de la población es negra. En este país, los negros viven situaciones de discriminación todos los días. Una gran parte del problema de los negros en Estados Unidos reside en el hecho de que son una minoría con un ingreso económico, en promedio, bajo. Negar que sean una minoría o que tengan problemas económicos nunca podrá ser una solución, solo una forma políticamente correcta de evitar el problema. Lo interesante es pensar en las causas de dicha situación, quienes son los culpables y como se puede revertir. Un caso interesante es el de los premios Oscar de los años 2015 y 2016, en los cuales no hubo ninguna nominación a mejor actor/actriz para la comunidad afroamericana. En primer lugar, si pensamos en que son el 12.7% de la población, no es tan raro pensar que aproximadamente solo un 10% de los Oscar serán para personas negras. Más aún, si tenemos en cuenta que la población negra tiene menos acceso a la educación y consideramos el hecho de que, por lo general, la actuación requiere de mucho apoyo económico empezamos a entender que no es para nada raro que no haya negros entre los nominados. Es el síntoma de los factores que acabo de mencionar. Lo interesante sería que el hecho evidencie una estructura de desigualdad en la sociedad estadounidense. En los oscar creyeron que si no había afroamericanos nominados era porque la Academía los estaba discriminando y que la solución era obligarla a nominar "personas de color" (como les gusta decir a ellos).

Intentar forzar a la comunidad afroamericana de actuación dentro del podio de nominados puede tener consecuencias negativas. La más evidente es que borra automáticamente el síntoma pero no el conflicto de raíz. La discriminación positiva como parche para invisibilizar problemas es una de las herramientas más dañinas de la corrección política dado que cura los síntomas pero no la enfermedad, que sigue creciendo sin ser vista, mientras todos sonríen y piensan en más eufemismos para limpiar sus conciencias.

Otro ejemplo similar es el de las mujeres y la ciencia. Según la American Physics Society, aproximadamente el 20% de los puestos doctorales en física son ocupados por mujeres. Sin embargo, el porcentaje de aceptación es el mismo entre hombres y mujeres. Es decir, de cada 100 estudiantes de doctorado, 80 son hombres y 20 mujeres. Pero al aplicar, de cada 10 estudiantes hombres, 1 es aceptado y de cada 10 estudiantes mujeres, 1 es aceptada. La asimetría en los puestos doctorales reside en que hay muchos más hombres que mujeres aplicando al doctorado en un primer lugar [1].

La primera pregunta que surge es ¿Porque las mujeres están menos interesadas en la física que los hombres? Y luego aparecen otras como ¿Es esto un problema? ¿Como lo solucionamos? La primer pregunta es muy compleja y probablemente esté relacionada con una combinación de factores biológicos, psicológicos y, sobre todo, culturales y sociales. Todavía no sabemos muy bien como afecta el sexo biológico la psicología de las personas y su toma de decisiones (o si siquiera la afecta de alguna manera). Lo que si sabemos es que la identidad de género que construye la sociedad sobre el sexo biológico tiene consecuencias contundentes sobre el desarrollo de la personalidad de los seres humanos. Si consideramos que estas construcciones sociales privan a la mujer de una libertad completa a la hora de elegir su vocación, entonces podemos responder la pregunta N° 2: Si, la asimetría entre hombres y mujeres en áreas de ciencias exactas y naturales es un problema.

En la tercer pregunta es donde aparece el problema mayor. El hecho de que las mujeres ocupen menos cargos de doctorado en física que los hombres no es un problema en si mismo. Es la consecuencia de que la identidad de género femenina no está asociada con el estudio de ciencias exactas y naturales. Es un síntoma de la educación sesgada que reciben las mujeres en la escuela primaria y secundaria. Es una muestra de la crianza que reciben casi todas las niñas, siendo preparadas más para ser madres y amas de casa que para ser científicas.

Consecuentemente, la solución tiene que ser un conjunto complejo de políticas públicas que apunten a modificar la educación y la cultura de la sociedad, permitiendo que tanto hombres como mujeres puedan apuntar a los mismos puestos de trabajo, sin que haya un sesgo marcado por la identidad de género. Sin embargo, la solución que proponen las universidades de Estados Unidos es bajar la vara en las aplicaciones enviadas por mujeres y aceptar aplicantes menos capacitadas hasta equiparar el número de mujeres y el de hombres realizando doctorados en su institución. Nuevamente, la corrección política más preocupada por tapar el síntoma que por curar la enfermedad.

Esta medida tuvo una consecuencia inesperada: Antes las mujeres que entraban a la carrera doctoral, aunque menos que los hombres, estaban igualmente capacitadas que ellos. El hecho de que fueran una minoría dentro de la universidad no generaba discriminación, dado que estaban perfectamente calificadas para sus puestos de trabajo: Los porcentajes de aceptación fueron iguales y ellas obtuvieron notas tan buenas como los hombres. Luego de la medida, comenzaron a ingresar mujeres poco calificadas a las universidades que la implementaron. Lógicamente, la comunidad científica comenzó a discriminar a las mujeres de dichas instituciones dado que tenían un nivel inferior al de hombres y mujeres de otras universidades. Este acto de discriminación no tenía que ver con que fueran mujeres, sino que está directamente relacionado con la política de discriminación positiva que impulsó la universidad.

En este punto vale una aclaración. No estoy diciendo que todas las políticas de discriminación positiva estén mal [2]. Lo que estoy planteando es que hay que analizar cada caso para considerar si la medida va a ayudar o a empeorar más la situación. En el caso particular que acabamos de ver, las mujeres no estaban siendo discriminadas por su empleador a la hora de ser aceptadas sino que ellas mismas no estaban eligiendo dicho trabajo en la misma proporción que los hombres debido a factores culturales y sociales impuestos por una sociedad machista. En esta situación, la medida de discriminación positiva no solo no resuelve el problema sino que genera una nueva forma de discriminación que no existía antes de la medida.

En todos estos ejemplos la solución políticamente correcta ve al síntoma de una desigualdad estructural como un problema en si mismo e intenta solucionarlo con medidas de discriminación positiva que invisibilizan el problema de raíz y generan, en muchos casos, nuevas situaciones de discriminación.


[1] Más aún, parte de la información especificaba especificaba que los hombres y las mujeres aceptados tenían aproximadamente las mismas notas, reforzando la idea de que no hubo un sesgo de género en el criterio para aceptar aplicantes.

[2] Ya haremos una entrada sobre políticas de discriminación positiva con efectos positivos en la sociedad.

La solución políticamente correcta

La solución políticamente correcta es solucionar el problema  decretando que no es un problema.  Esta frase del post anterior quedó r...